En 1988 realizamos una prueba sobre una variedad concreta y una novedosa forma de cultivar, y decidimos experimentar con este nuevo sistema para saber cómo se adaptaba este tipo de cultivo en nuestro terreno.
Tras más de cinco años aprendiendo sobre el mismo, entendimos que se adaptaba de una forma muy especial; dadas las circunstancias climáticas y de altitud propias de La Rioja, obtuvimos una menor cantidad de kilos por hectárea que este mismo sistema en otras regiones, pero con un zumo de aceituna resultante de la cosecha muy singular, con mayor carga aromática y mayores contenidos beneficiosos para la salud.